El universo abierto, uno de los tres volúmenes que integran el tan esperado Post Scriptum que Sir Kart Popper escribió en plena madurez intelectual, contiene en núcleo del argumento de esta obra.
El universo abierto, uno de los tres volúmenes que integran el tan esperado Post Scriptum que Sir Kart Popper escribió en plena madurez intelectual, contiene en núcleo del argumento de esta obra. En el presente tomo, el autor defiende, en un lenguaje sencillo, la libertad, la creatividad y la racionalidad de género humano. El propio Popper describe este libro como < una especie de prolegómeno a la cuestión de la libertad y la creatividad humanas, cuestión a la que abre espacio tanto física como cosmológicamente de una forma que no depende de análisis verbales>.
Además de proyectar una nueva perspectiva cosmológica y física, la obra de Popper exige una nueva comprensión de la historia de la física durante los últimos tiempos y de su relación con la física clásica. Después de investigar, y de rechazar, tanto el determinismo como el metafísico, Popper sostiene que la física clásica, contrariamente a la opinión más común, no presupone determinismo de la misma manera que no lo presupone la física cuántica, ni tampoco lo implica. No obstante , Popper considera que el determinismo metafísico continua subyacente en el pensamientos de muchos teóricos cuánticos contemporáneos, incluido los adversarios del determinismo.
Sir Kart Popper fue doctor honoris causa por catorce universidades estadounidenses, británicas, alemanas, austríacas, neozelandesas y canadienses, es miembro de número u honorario de doce academias. Algunas de sus obras se han traducido veintidós idiomas.
Colección
Filosofía y Ensayo
Código
1217537
I.S.B.N.
978-84-309-5082-9
Publicación
07/02/2011
Número de edición
4
Clasificación IBIC
PDA
Formato
Papel
Páginas
208
Autor
Karl R. Popper
Karl R. Popper (1902-1994). Los turbulentos años vividos por la Europa de entreguerras condicionaron también la vida y la obra de Popper, hasta el punto de obligarle a abandonar su Viena natal, en la que, pese a su juventud, ya había adquirido un sólido prestigio intelectual, ante las amenazas anexionistas de los nazis sobre Austria. Este exilio comenzó en Inglaterra en 1935, y dos años más tarde se trasladó a Nueva Zelanza, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Al acabar la contienda, regresó a Londres para formar parte del claustro de la prestigiosa London School of Economics, institución en la que desarrolló buena parte de su obra póstuma, caracterizada por un pensamiento filosófico donde la preocupación por el rigor científico y por su aplicación metodológica siempre va acompañada de una profunda raíz humanista.